Íbamos nada más y nada menos que
4 autobuses y nos tuvieron en la frontera más de 40 minutos, ¡vaya rollo!
Cuando nos íbamos acercando las cataratas se divisaban desde lo lejos, eran
mucho más impresionantes de lo que me había imaginado. Una vez allí teníamos la
opción de dar un paseo por los alrededores “por libre” o un paseo en barca.
Como teníamos poco tiempo me
pareció que lo mejor sería cogerme el paseo en barca. Por 9 € (tarifa de grupo)
nos subimos en el barco número 4, que hacía un recorrido muy completo. Primero
se acercaba por un lateral a las cataratas, el que está más pegado al acantilado
del Schloss Laufen y luego se metía todo lo posible en las cataratas. ¡Qué
chulada! Y eso que “solo” son unos 23 metros de caída… Era impresionante sentir el
agua de las cataratas del Rin salpicándote y oír el ruido tan de cerca.
El bamboleo de la barca daba un
poco de repelús, y cuando ya te habías acostumbrado se acababa. Recorrías el
otro lateral y de nuevo de vuelta a los bajos de las cataratas, esta vez para
atracar en una orilla donde podías bajar y recorrer un camino hasta el Schloss
Laufen.
Nos bajamos y comenzamos el
ascenso para ver el castillo (que más que un castillo es una casona o un
palacete, no se corresponde con lo que yo me imagino al pensar “castillo”).
Disfrutamos de los muchos miradores que había en el camino, algunos tan cerca
que podías tocar el agua. El último tramo nos dijeron que era algo más pesado,
así que decidimos subir en ascensor ya que se podía. Además, el ascensor estaba
incluido en la entrada.
Una vez arriba pasamos al Schloss Laufen, un palacete como digo yo, que tiene unas vistas más que envidiables de
las cataratas del Rin. En el interior había una exposición bastante extraña,
diversas salas cada cual más rara para mi gusto. Una de ellas, por ejemplo,
tenía unos retratos que movían los ojos y en otra había una mesa puesta con
cubiertos y todo como si fuera a comer alguien… En esta nos asustamos, porque
de repente empezó a moverse todo y a servir los platos, el vino, etc. Podéis
verlo en el vídeo, era un tanto siniestro. A lo mejor si hubiéramos entendido
la explicación que daban en alemán no habría sido tan raro, ¡quién sabe!
Llegaba la hora de irnos, así que
iniciamos el descenso. Esta vez no cogimos el ascensor, así veíamos el tramo
que antes no habíamos recorrido pero ya de bajada, que era más fácil jejeje.
Un sitio al que me quedé con
ganas de subir es a un peñón que había en medio del río, justo en las
cataratas. Ahí te dejaba otra barquita, pero para eso no tuvimos tiempo ni
teníamos la entrada adecuada. Nos conformamos con bajar y volver al barco que
nos devolvería a la orilla de donde saldrían los buses.
Como suele pasar en estos casos, a la salida pasabas por la tienda de souvenirs. Aunque ponía que preferían francos suizos, ahí no hacían ascos al euro tampoco. Como fuimos para una mañana solo no nos habíamos molestado en cambiar dinero, así que con euros pagué el irresistible osito de la foto, más que nada porque hace años alguien me regaló uno de algún viaje y se ha convertido en tradición llevarme un osito de cada ciudad o país. Por eso quiero que sea el símbolo del blog.
Para comer tenéis algún que otro
restaurante y puestos de comida varios. Yo, por mis alergias y por mi bolsillo
decidí comerme un poco del salvador embutido español que llevaba en la mochila
y curarme en salud (y en dinero). Pero para que os hagáis a la idea, os comento
que dos minúsculos rollitos de primavera costaban 6 eurazos.
Después de comer pusimos rumbo al
nacimiento del Danubio, una experiencia decepcionante de la que ya os hablaré en
próximos post. ¡Nos leemos!
Te recuerdo que me puedes seguir en Facebook, Twitter, Instagram y Youtube si no lo haces ya, y si te ha gustado el post, te animo a que lo compartas en las redes sociales.
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¡Qué pasote!
ResponderEliminarYa te digo, y eso que son unas cataratas pequeñitas como aquel que dice jejeje. Un abrazo!!!
EliminarUn lugar increíble, me encantaría visitar las cataratas aunque siempre se me resisten. La verdad es que sí que es un poco tétrica la mesa, yo me hubiera acojonado bastante allí, jejejejeje. Un abrazo. ;-)
ResponderEliminarSí, a ver si algún día alguien me explica de qué iba la cosa xD Si alguna vez estás por allí cerca merece mucho la pena, que no se te resistan ;) Un abrazo!!!
EliminarPues muy chulo el lugar y lo de ir con el barquito hasta tan cerca tiene que ser una pasada.
ResponderEliminarUn saludo ;)
Siii es una chulada, ya te digo que daba un poco de yuyu por cómo se movía el barco pero merece mucho la pena :) Un saludo Helena!!!!
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