Como siempre, recomiendo visitar
primero la oficina de turismo para que te aconsejen cómo organizar tu visita, o
al menos que te den un plano de la ciudad. En este caso lo recomiendo también
para que no os pase como a mí, que decía: pero si Aranjuez no tiene mucho que
ver, el Palacio y los jardines, tampoco será tanto… ¡Qué equivocada estaba!
Empecé la visita por el Jardín
del Parterre, el más cercano al Palacio. Es bonito, con sus fuentes y sus
esculturas (muy raras, por cierto), y las vistas a este edificio de 1561. Esta
vez yo no pasé, pero si no habéis ido nunca está bien visitarlo. Cuesta 9 euros
e incluye la entrada al Palacio Real y al Museo de las Falúas (vamos, de las
barquitas de los reyes). A parte está la Casa del Labrador, en el otro extremo
de los jardines, que si queréis pasar tenéis que comprar la entrada en Palacio.
Aranjuez |
Cuando acabé de ver estos
jardines, fui a los de la Isla, que son los medianos. Aún así, el paseo dio
para mucho. Me encantó perderme por allí, el otoño le sienta fenomenal a los
parques y en especial a los que están tan cuidados. Las hojas caían, a veces de
una forma que parecía casi artificial. A pesar de ser un día festivo no estaba
muy lleno, y el silencio (humano) permitía que también se oyeran los pájaros…
Me gustó el detalle de que el jardín está dividido en calles, con sus señales
que indican el nombre incluso.
Pero el paseo por allí se acabó y
puse rumbo a los Jardines del Príncipe, de los cuales no sabía de su
existencia. Con un área inmensa (en realidad son 12 jardines juntos) de más de 2 kilómetros bordeando
el Tajo, se pueden ver muchas maravillas. A parte de las fuentes principales
(como la de Narciso, la de Apolo o la fuente de las Cabezas), están el Museo de
las Falúas y la Casa del Labrador, de las que os hablé antes.
Jardines del Príncipe, Aranjuez |
A lo largo de más de dos horas de recorrido entre robles, castaños de Indias, ahuehuetes y un sinfín de plantas de las que no conozco el nombre vi también otra de las “atracciones” de los Jardines del Príncipe: la Montaña Rusa. Sí, sí, como leéis. Solo que en este caso no son un montón de vagones en unos raíles, sino una colina artificial desde donde hay unas vistas preciosas de la flora y fauna de allí (los pavos reales y las ardillas son un clásico).
Y así fue como me entretuve un
nublado día de otoño por la villa de Aranjuez, cuyo paisaje fue declarado
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Antes de despedirme os daré un par de
alternativas para vuestra visita: una de ellas, realizarla en el trenecito
(ojo, lo recomiendo como complemento a la visita a pie), que son 5 euros y hace
un recorrido de una hora; y la otra, consultar las visitas guiadas porque las
hay muy interesantes, como La Ruta de los mitos y las fuentes o La Ruta de las
avenidas y las plazas.
Al igual que a Aranjuez le sienta
muy bien el otoño, estoy segura que a vuestras ciudades también. Si tenéis
alguna foto otoñal, os animo a que me la mandéis para publicarla en el blog.
¡Feliz otoño! Te recuerdo que me puedes seguir en Facebook, Twitter, Instagram y Youtube si no lo haces ya, y si te ha gustado el post, te animo a que lo compartas en las redes sociales.
Relatos de otros viajeros #postamigo
- Vero4travel: Aranjuez, visitando una ciudad real
HERMOSO TU POST, EL MIO TAMBIEN FUE UNO DE LOS PRIMEROS, YA ESTAIS ENLAZADA #POSTAMIGA JAJAJ
ResponderEliminarMe encantan los colores del otoño y veo que a Aranjuez le sientan estupendamente. He pasado por allí una vez, pero llevábamos otro destino y no paramos, me voy a plantear la próxima vez que vaya por Madrid acercarme. La foto panorámica te ha quedado muy chula. Un abrazo!!
ResponderEliminarGracias chicas :) Ahora miro para enlazarte Alejandra! Y tú Caliope espero que puedas visitar Aranjuez algún día porque es precioso. Un abrazo!
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