24 septiembre 2012

Bajo las cataratas del Rin

Por la cercanía a la que se encontraba Suiza (unos 80 km. si googlemaps y yo no nos equivocamos) uno de los días teníamos preparada una excursión a uno de sus bellos parajes, las cataratas del Rin.


Íbamos nada más y nada menos que 4 autobuses y nos tuvieron en la frontera más de 40 minutos, ¡vaya rollo! Cuando nos íbamos acercando las cataratas se divisaban desde lo lejos, eran mucho más impresionantes de lo que me había imaginado. Una vez allí teníamos la opción de dar un paseo por los alrededores “por libre” o un paseo en barca.

Como teníamos poco tiempo me pareció que lo mejor sería cogerme el paseo en barca. Por 9 € (tarifa de grupo) nos subimos en el barco número 4, que hacía un recorrido muy completo. Primero se acercaba por un lateral a las cataratas, el que está más pegado al acantilado del Schloss Laufen y luego se metía todo lo posible en las cataratas. ¡Qué chulada! Y eso que “solo” son unos 23 metros de caída… Era impresionante sentir el agua de las cataratas del Rin salpicándote y oír el ruido tan de cerca





El bamboleo de la barca daba un poco de repelús, y cuando ya te habías acostumbrado se acababa. Recorrías el otro lateral y de nuevo de vuelta a los bajos de las cataratas, esta vez para atracar en una orilla donde podías bajar y recorrer un camino hasta el Schloss Laufen.

Nos bajamos y comenzamos el ascenso para ver el castillo (que más que un castillo es una casona o un palacete, no se corresponde con lo que yo me imagino al pensar “castillo”). Disfrutamos de los muchos miradores que había en el camino, algunos tan cerca que podías tocar el agua. El último tramo nos dijeron que era algo más pesado, así que decidimos subir en ascensor ya que se podía. Además, el ascensor estaba incluido en la entrada.

Una vez arriba pasamos al Schloss Laufen, un palacete como digo yo, que tiene unas vistas más que envidiables de las cataratas del Rin. En el interior había una exposición bastante extraña, diversas salas cada cual más rara para mi gusto. Una de ellas, por ejemplo, tenía unos retratos que movían los ojos y en otra había una mesa puesta con cubiertos y todo como si fuera a comer alguien… En esta nos asustamos, porque de repente empezó a moverse todo y a servir los platos, el vino, etc. Podéis verlo en el vídeo, era un tanto siniestro. A lo mejor si hubiéramos entendido la explicación que daban en alemán no habría sido tan raro, ¡quién sabe!


Llegaba la hora de irnos, así que iniciamos el descenso. Esta vez no cogimos el ascensor, así veíamos el tramo que antes no habíamos recorrido pero ya de bajada, que era más fácil jejeje.



Un sitio al que me quedé con ganas de subir es a un peñón que había en medio del río, justo en las cataratas. Ahí te dejaba otra barquita, pero para eso no tuvimos tiempo ni teníamos la entrada adecuada. Nos conformamos con bajar y volver al barco que nos devolvería a la orilla de donde saldrían los buses.



Como suele pasar en estos casos, a la salida pasabas por la tienda de souvenirs. Aunque ponía que preferían francos suizos, ahí no hacían ascos al euro tampoco. Como fuimos para una mañana solo no nos habíamos molestado en cambiar dinero, así que con euros pagué el irresistible osito de la foto, más que nada porque hace años alguien me regaló uno de algún viaje y se ha convertido en tradición llevarme un osito de cada ciudad o país. Por eso quiero que sea el símbolo del blog.


Para comer tenéis algún que otro restaurante y puestos de comida varios. Yo, por mis alergias y por mi bolsillo decidí comerme un poco del salvador embutido español que llevaba en la mochila y curarme en salud (y en dinero). Pero para que os hagáis a la idea, os comento que dos minúsculos rollitos de primavera costaban 6 eurazos.

Después de comer pusimos rumbo al nacimiento del Danubio, una experiencia decepcionante de la que ya os hablaré en próximos post. ¡Nos leemos!

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6 comentarios :

  1. Respuestas
    1. Ya te digo, y eso que son unas cataratas pequeñitas como aquel que dice jejeje. Un abrazo!!!

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  2. Un lugar increíble, me encantaría visitar las cataratas aunque siempre se me resisten. La verdad es que sí que es un poco tétrica la mesa, yo me hubiera acojonado bastante allí, jejejejeje. Un abrazo. ;-)

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    1. Sí, a ver si algún día alguien me explica de qué iba la cosa xD Si alguna vez estás por allí cerca merece mucho la pena, que no se te resistan ;) Un abrazo!!!

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  3. Pues muy chulo el lugar y lo de ir con el barquito hasta tan cerca tiene que ser una pasada.
    Un saludo ;)

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    1. Siii es una chulada, ya te digo que daba un poco de yuyu por cómo se movía el barco pero merece mucho la pena :) Un saludo Helena!!!!

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