Encontré el nombre de Tiedra casi sin querer, a través de un blog, y me pareció un lugar bonito que explorar. Y, ¿sabes? Es de esos sitios que no decepcionan. Se encuentra en Valladolid, y es un pueblo cuyos orígenes se remontan a unos 2600 años atrás. En verano, su lavanda florece, dando un toque morado que bien podría recordar a Brihuega, pero en invierno, Tiedra no desmerece ni un poquito. ¿Me acompañas a visitarla?
Lo primero que visitamos fue la Iglesia del Salvador, la única parroquia en uso hoy en día. Era la festividad de las Águedas, y pudimos verla con una estampa muy costumbrista, abarrotada de señoras con su mantilla.
Continuamos el paseo hasta la Plaza Mayor, bañada por una preciosa luz del mediodía. Allí se encuentra el Ayuntamiento, cuyo edificio (construido en 1886) ha tenido diversos usos a lo largo de los tiempos: consulta médica, escuela, calabozos, o incluso la planta de arriba llegó a ser un casino. Actualmente, en la planta baja del Ayuntamiento se encuentra la oficina de turismo, que aquel día estaba cerrada.
Nuestros pasos nos llevaron hasta la Iglesia de San Miguel, del siglo XII. No es visitable, pero merece la pena verla por fuera y recorrer su entorno. Además, al lado está el Aula de Arqueología (necesaria reserva previa en turismo) en cuyo interior hay una colección de piezas del yacimiento arqueológico de Amallóbriga.
Tiedra es ideal para perderse por sus calles. Aquel día olía a frío y a leña, y así, con estos aromas tan evocadores, fuimos hasta el Castillo de los Téllez de Meneses (necesaria reserva previa que tampoco teníamos 😅). Los 30 metros de altura de su torre del homenaje nos recibieron imponentes, haciendo que imagináramos perfectamente cómo, en sus tiempos, defendía el paso entre el Campo del Toro y la Tierra de Campos. Es posible -y recomendable- rodear la fortaleza para embeberse del paisaje que la rodea.
Aunque recorrer el trazado del pueblo sin rumbo está bien,
te sugiero que te acerques a ver el mural de la Plaza Sacramento (que te
muestro en la foto de abajo), titulado “Cuida como te cuidaron”.
Por último, antes de marcharnos de esta maravilla vallisoletana, dedicamos un ratito a curiosear las ruinas de la Iglesia de San Pedro. El edificio original es del siglo XII, y más tarde, ya en el XVI, se hizo una reconstrucción que, por desgracia, no ha aguantado hasta nuestros días.
Cuéntame, ¿conoces este pueblo? ¿Qué me recomiendas hacer si vuelvo por allí? Te leo en los comentarios. Te recuerdo que me puedes seguir en Facebook, Twitter, Instagram y Youtube si no lo haces ya, y si te ha gustado el post, te animo a que lo compartas en las redes sociales.
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