Carabanchel, hoy conocido por ser un barrio humilde de Madrid, no lo era tal en el siglo XVIII, cuando la burguesía lo tenía por lugar de recreo. Fue gracias a María Cristina de Borbón que disfrutamos actualmente de la Finca de Vistalegre, ya que de ella partió la idea de construirla.
La entrada a los jardines se realiza por la Calle de General Ricardos 179 y es gratis. Según entras, una avenida grande con bonitos árboles te recibe, dejando entrever a la derecha un edificio llamado Estufa Grande. La palabra “estufa” hace alusión aquí a algo similar a un invernadero, ya que en su interior se cultivaban plantas exóticas. En su día, llegó a haber otras dos estufas, pero fueron destruidas en la Guerra Civil. Esta construcción es hoy una sala de exposiciones, y también hay aseos públicos.
Unido a la Estufa Grande está el Palacio Viejo, hoy sede del Centro Regional de Innovación y Formación Las Acacias; sin embargo, para mí no destaca el edificio en sí, sino su entorno: cuando yo fui era un otoño recién estrenado, lleno de hojas de todos los tonos y jardineras llenas de pensamientos (creo que se llaman así las flores que había).
La Galería, Casa de Bella Vista y las caballerizas no pudimos acercarnos a verlas, ya que en ese momento estaban de obras. Sí que llegamos hasta el Palacio Nuevo (en la primera foto se ve el exterior), que no se puede visitar pero sí tenían una puerta abierta para asomarse (foto de abajo).
Pero, sin duda, como te comentaba antes, me quedo con los jardines. De carácter variopinto, se mezclan estilos neoclásico y napolitano (lo pone en su web, no tengo yo tanto conocimiento sobre jardines) y reciben el nombre de “El Parterre” y “El Giardino”. Me encantó la fuente que salía de la roca, y la ría que atravesaba la finca. Como curiosidad, esta ría artificial tiene casi un kilómetro de longitud y es navegable. Tanto la ría como la roca son artificiales.
Otro de los tesoros que alberga la Finca de Vistalegre es su cedro, catalogado como Árbol Singular de la Comunidad de Madrid. Y, aunque no es de la finca, te diré que cerca, en un pequeño jardín a la altura de General Ricardos nº 256, hay otro árbol singular, una palmera (Washingtonia de la Plaza) de 100 años de antigüedad y unos 15 metros de altura.
Pasear por la Finca de Vistalegre supone un descanso de la ciudad que la rodea. Pasas del bullicio madrileño a sentirte en plena naturaleza, pero sin llegar a ser tan grande y apabullante como puede ser, por ejemplo, el Retiro. Si visitas la capital, creo que es un plan que merece la pena.
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