“¿Te llamas Arantxa? ¿Eres vasca?” es una de las preguntas que llevo oyendo toda la vida. Sí, me llamo Arantxa, pero no soy vasca. De hecho, no conocí el País Vasco hasta el verano de mis 29 años.
Era un caluroso día de mediados de agosto, y coincidiendo con la Semana Grande, llegamos a Bilbao. Como era de esperar, nos costó bastante aparcar (siempre que puedas, usa el transporte público para llegar hasta las ciudades grandes). El ambiente era genial, con konpartsak (comparsas) por la calle amenizando la fiesta. Había casetas para comer y beber, y ese característico olor a vino y cerveza pisado tras una larga noche.
Una de las cosas que más me gustan en las ciudades que tienen río es recorrer sus márgenes, pasear cruzando sus puentes y disfrutar del reflejo del sol en el agua. La Ría de Bilbao, también conocida como ría del Ibaizabal o la ría del Nervión, fue la vía principal de transporte náutico. Hoy puedes recorrer a pie sus orillas o bien dar un paseo en un barco turístico. Nosotros optamos por el paseo a pie, y así pudimos ir haciendo las paradas oportunas.
Nosotros nos recorrimos la Gran Vía de Don Diego desde la
Plaza del Sagrado Corazón, y más o menos el recorrido que seguimos fue el que detallo
a continuación. Para empezar, atravesamos el Parque de Doña Casilda Iturrizar,
de estilo romántico y francés, que ese día estaba lleno de actividades, sobre
todo infantiles, por las fiestas.
Visitamos la Iglesia del Sagrado Corazón (gratis), obra de
José María Basterra. A finales del s. XX se desmontaron los dos pináculos
originales de las torres de la iglesia por el peligro de desprendimiento.
Nos desviamos hacia el Mercado de la Ribera, a ver si comíamos algo. A mí, personalmente, me encanta ir a los mercados de las ciudades que visito, y este de Bilbao me parece de visita imprescindible. Tienen un ambiente muy peculiar, auténtico, y además tiene mucha oferta gastronómica. A finales del siglo XIX el mercado ya tenía una estructura y los comerciantes tenían que pasar un control de calidad para pescado, leche y carne. En 1929 se inauguró un primer edificio, aunque el que vemos hoy es de 2012.
Cruzamos el Puente del Arenal, que nos lleva al casco
histórico. Por el camino hay multitud de edificios que no voy a mencionar,
porque quedaría esto como una lista de la compra, pero te recomiendo que no
pierdas ojo de todo lo que dejas a tu paso. El casco histórico se conoce
también como las Siete Calles, y está declarado Monumento Histórico-Artístico.
Otro de los puntos fuertes es el Museo Vasco, situado en lo que fue Iglesia y Colegio San Andrés de la Compañía de Jesús. Por solo 3€ (entrada general) puedes conocer más la historia de la zona. Me pareció un museo muy completo al que se debe dedicar al menos un par de horas para ver bien las tres plantas que tiene.
- ATENCIÓN: a fecha de septiembre de 2023, está cerrado por reforma.
Para la siguiente subida ya cogimos el Funicular de Artxanda (tarifa general de ida y vuelta 4,3€), cuyo ascenso dura unos 3 minutos y te lleva hasta un parque centenario que, además, es uno de los pulmones de la ciudad. Una vez arriba puedes dar un agradable paseo y disfrutar de unas vistas impresionantes de Bilbao.
Y no podíamos irnos de Bilbao sin ver la zona del Guggenheim, preciosa al lado de la ría. No pasamos al museo, pero lo dejo en tareas pendientes para futuros viajes. Y tú, ¿has estado en Bilbao? ¿Qué me recomiendas si vuelvo?
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