Llegamos a San Vicente de la Sonsierra a la hora de comer, y para remediar el hambre nos tomamos unos pinchos en Cúbedo Gastrobar (15€ con las bebidas). Después, con la barriga llena y antes de que se fuera la luz -fuimos en enero- empezamos a recorrer esta bonita localidad riojana.
La Plaza Mayor, con unas dimensiones justas para resultar imponente pero acogedora a la vez, nos muestra, por un lado, el Ayuntamiento, y por el otro, el Palacio Gil Aguiriano. El elemento central de la plaza es una fuente, que se instaló en 1882 con la primera llegada de agua a la ciudad.
Paseamos por las calles de San Vicente, las mismas por las que, en Semana Santa, pasa la procesión de “Los Picaos”, fiesta está declarada de Interés Turístico Nacional desde 2005. La fama de esta tradición viene de sus penitentes, quienes salen descalzos y van flagelándose la espalda.
Subimos al recinto amurallado con calma, ya que este no se compone solo del castillo, también de varias iglesias y torres. Tienes la oportunidad de hacer una visita autoguiada, gracias a los códigos QR que hay por las calles. No obstante, te recomiendo meterte en su web de turismo y descargarte los planos para saber por dónde ir y no perderte nada. También puedes ver una reconstrucción virtual de la zona gracias a una aplicación móvil.
Nosotros accedimos por la Puerta de Salas, pero también existe la Puerta de la Primicia y la Puerta Noroeste. Una vez en el recinto, vimos por fuera la Torre del Reloj, donde se instaló el reloj mecánico del municipio para que se pudiera escuchar en todos los rincones, gracias a su altura y situación estratégica.
Desde aquella zona hay unas vistas privilegiadas de todo el entorno, llegando a verse desde algunos tramos la Sierra de Cantabria. Ascendimos hasta la Torre Mayor o Torre del Homenaje, (restaurada en 2017 para evitar su desplome), cuya función ha ido cambiando desde que fuera construida en el siglo XII: fue atalaya, lugar de enterramiento y como sede de la guarnición destacada durante las Guerras Carlistas.
Otro de los edificios que forman parte del conjunto amurallado es la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, situada en el patio de armas. Construida en el siglo XVI, alberga un precioso retablo manierista en su interior, que no pudimos ver, ya que estaba cerrada. La antigüedad de esta iglesia no está reñida con la tecnología, ya que a través de una aplicación se puede “observar fotografías de cada una de las escenas del retablo, que podrán verse con la máxima ampliación y detalle, y que van acompañadas de una descripción de la simbología y características artísticas” (fuente: web del Ayuntamiento de San Vicente de la Sonsierra).
Por último, antes de que se fuera el último resquicio de luz, cogimos el coche y fuimos hasta el Conjunto Arqueológico de Santa María de la Piscina, del que te hablaré en otro post
¿Qué te parece San Vicente de la Sonsierra? ¿Has estado? ¿Me
recomiendas algún sitio por si vuelvo?
Chulísimo. Quiero leer el de Sta. María de la piscina
ResponderEliminarLo prepararé en breve :) ¡Gracias por comentar!
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