19 octubre 2017

Un fin de semana en Águilas, Murcia

Como siempre que la música nos lleva de viaje, el tiempo que tenemos de visitar la ciudad en cuestión es más bien escaso. Esta vez pudimos estar algo más de un día en Águilas, una localidad costera de Murcia, pero entre pitos y flautas –nunca mejor dicho- apenas dispusimos de una mañana para ver la ciudad. Aún así, conseguimos sacarle bien de partido al tiempo que estuvimos.


El sábado por la mañana nos levantamos temprano para que el calor no nos friera en el camino al Castillo de San Juan de las Águilas. Desde nuestro hotel, el Águilas Playa, había poco más de 1 kilómetro hasta el castillo, pero con el sol y que está en un alto, se nos antojaba mucho más.  La subida es súper fácil y, aunque hubo quien la hizo en chanclas, es mejor y más cómoda de hacer con calzado deportivo. Llévate protección solar y algo de agua para el camino.


Una vez arriba, el precio de la entrada nos sorprendió. ¡Tan solo costaba 2€! Y si tenías carnet de estudiante ni eso, ¡era gratis! Pasamos a ver el interior de la fortaleza del siglo XVIII, donde había diversas exposiciones; sin embargo he de decir que lo que más me gustó no fue el interior, sino el exterior. A 85 metros de altura, las vistas que teníamos de toda la ciudad eran espectaculares.


Además de pasear por la zona del puerto y de darnos un baño en la playa, la mañana no dio para más. Teníamos que comer pronto, porque por la tarde estaríamos ocupados con el concierto. El Auditorio y Palacio de Congresos Infanta Doña Elena está situado al borde de la playa de las Delicias. En su interior, además de conciertos, se pueden ver exposiciones y diversas manifestaciones culturales. Si tenéis oportunidad, os recomiendo ir a ver un concierto, ya que la acústica del auditorio es inmejorable.


La mañana del domingo tenía pensado ir a pasear por la ciudad, pero la banda del municipio aguileño nos dio una sorpresa y nos invitó a dar un paseo en barco (¡gracias por el detallazo!). Además de contemplar de una forma especial las costas de Águilas, conocimos el pintoresco Embarcadero del Hornillo, un antiguo cargadero de mineral que es una vía de tren que se adentra en el mar.


Para mí, lo mejor del paseo fue poder ver más de cerca el Pico de la Aguilica, un curioso macizo de roca que la erosión ha ido transformando en ese animal que da nombre a la ciudad.


El paseo acabó, y con él casi también nuestro viaje. Pero como aún teníamos un ratito antes de comer y volver a Madrid, aprovechamos para ir a la Plaza España a tomar algo –había mucho ambientillo para tomar el vermut- y a ver la Parroquia de San José.


Nos quedaron cositas por ver, pero la verdad que lo que vi me encantó. Me pareció una ciudad muy barata y con gente encantadora y encima me pude dar un buen chapuzón en las aguas calentitas del Mediterráneo 😊

Y tú, ¿conoces Águilas? ¿Has estado? ¿Qué me perdí y qué me recomiendas para futuras visitas? ¡Cuéntame!

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