26 junio 2013
¡Buenos días viajeros!
Ya ha pasado mi primer examen y lo primero que hago para relajarme es actualizar el blog. Lo echaba de menos :) Os voy a contar la historia de un domingo cualquiera conseguí juntar unas horas para salir de excursión (no muchas, tampoco os creáis jejeje) y por cercanía decidí ir a visitar Hita, en Guadalajara, una población medieval muy bonita. Pero de ella os hablaré otro día, porque como suele pasar, me distraje por el camino y acabé parando por un par de pueblecitos más.
Como Jadraque
pillaba por la misma carretera, conduje unos kilómetros más para conocer el Castillo del Cid (foto de arriba). Y cuál fue mi
(desagradable) sorpresa cuando llegué y vi que era muy complicado acceder y que
eso estaba más cerrado que nada… Total, pasé de largo y aparqué en el pueblo,
tomé un café y medité el plan. Ya que el acceso era imposible para mi coche
(habría que subir por una cuesta de cabras hasta el castillo, que está en la
cima de un cerro), que andando casi también porque no había dónde aparcar y que
una vez arriba me encontraría con una fortaleza cerrada a cal y canto, decidí
parar por alguna cuneta que había más ancha para fotografiarlo de lejos. Una
que se contenta con poco…
Una vez sacadas las fotos me tragué mi
decepción y puse rumbo a mi destino principal. Pero noooo, aún no os hablaré de
Hita. Antes os contaré que paré en Miralrío, una aldea que no hace honor a su
nombre porque por mucho que miré ahí no había río por ningún lado… (ver añadido al final del post)
Es un lugar donde hay más gatos por metro
cuadrado que habitantes, y cuya única lugareña que nos encontramos fue bastante
desagradable. Decidimos parar allí porque la pequeña torre de la iglesia nos
llamó la atención: tenía una terminación que parecía una torre de castillo.
Además de esa iglesia, Miralrío tiene unas calles estrechas, empedradas y con
unos carteles de las calles muy chulos, con su dibujito correspondiente.
A orillas de la carretera hay una pequeña ermita
(que estaba cerrada) en una punta del pueblo; y en la otra, una misteriosa casa
llamada “Museo del Hierro”. Digo misteriosa porque era una casona llena de
artilugios, que por supuesto estaba también cerrada y no había ni horarios en
la puerta ni nada, como suelen tener los museos. Para colmo, ahí rondando había
una señora muy desagradable con un gato con sobrepeso (¡¡¡de hecho yo de lejos
pensé que era un perro!!!) que se acercó a decirnos que qué hacíamos
fotografiando la casa sin permiso del dueño. Le dijimos que era una foto a la
fachada de su museo y que no había ningún cartel prohibiéndolo y la dejamos
ahí, no fuera a achucharnos a su gato gigante.
Conclusión: Miralrío es un pueblo curioso
para visitar si os pilla de paso. Estoy convencida en que esa señora es una
excepción y que el resto de habitantes del pueblo son maravillosos y amables :)
Por favor pido que si alguien sabe más de
este pueblo y su extraño museo del hierro, me lo cuente… Que me quedé bastante
intrigada.
¡Un abrazo viajeros!
AÑADIDO EL 15/07/13: Y gracias a los comentarios aprendí…
AÑADIDO EL 15/07/13: Y gracias a los comentarios aprendí…
- Que Miralrío sí tiene río, y no uno sino dos: el Henares y el Bornova.
- Que el Museo del Hierro es del herrero del pueblo, Ricardo, y que no debe ser un museo como tal sino una casa particular que si el hombre está te la puede enseñar.
- Que el 7 de septiembre (al menos en 2013 cae así) hay una fiesta “con juegos campestres, misa, comida en el campo y procesión”.
Esta es la información que he podido sacar gracias a los
comentarios que me habéis dejado en este post, ya que antes no sabía nada de
Miralrío. ¡Gracias! :)
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